domingo, 19 de diciembre de 2010

Y leer, como si no pasara nada. Terminar un libro, hacer sonar las tapas encerrando el mundo afuera y empezar otro, como si no pasara nada. Como si esta devoción no fuese igual de triste que beber, fumar o ir al bingo. Cada tanto eso que pasa me interrumpe, entre una página y la otra, en la unión del encuadernado. Mientras decido qué hacer (si releer la pagina anterior porque ya me perdí, o seguir con la próxima aunque no entienda bien) observo la costura y nos imagino caminando por ese desierto de papel dividido. Vos de un lado, yo del otro. Irreconciliable distancia. Sabiendo que ése es nuestro lugar en el libro para que la historia tenga sentido.  
Este silencio no me gusta
Es como un pato, mirándome, bobo, en la orilla.
Es como un pozo
Una patada metafísica
Que hace que los pájaros tengan miedo de cantar
Que la copa de los árboles no se sacuda
Y que el caño de escape de las madrugadas no estornude más.

No, 
no quiero este silencio
de mudanza.

abrasivo
Conspirador
Dueño del circo que somos todos
Por seguir dando cuerda al reloj.

De calor solitario
De palabras vencidas
De insectos muertos bajo el colchón.

De besos de nadie


De desesperación

Es una hamaca abandonada por la tarde
Una carta vieja que recién ahora entendemos
Son todas esas cosas
De las que el tiempo nos separó
Y que ahora
oxidadas
Vuelven a dejarnos solos.



IDENTIDAD


Máscara de lágrimas,
pegajosa,
indispensable.


domingo, 5 de diciembre de 2010

JANE, BUKOWSKI

¿Quienes habran sido estas mujeres que vuelven locos a los escritores? Es algo que nunca dejará de intrigarme.


PARA JANE, CON TODO EL AMOR QUE LE TUVE, QUE NO FUE SUFICIENTE

Recojo la falda,
recojo el rosario negro que brilla,
 eso que una vez tocó su carne,
 y llamo mentiroso a Dios
y afirmo que algo que se moviera así o que supiera mi nombre
no podía morir nunca con esa certeza inamovible de la muerte.
Y recojo su precioso vestido,
 perdida toda su belleza,
 y les hablo a todos los dioses,
dioses judíos, dioses cristianos,
pedacitos de cosas brillantes,
ídolos, píldoras, pan,
 compresiones, riesgos,
renuncias conscientes,
ratas en la salsa de dos que se han vuelto casi locos,
 sin ninguna oportunidad,
conocimiento de colibrí, oportunidad de colibrí, me inclino sobre eso me apoyo en todo eso y lo sé: tengo un vestido en mi brazo pero nada me la devolverá.-






PARA JANE


Hace mucho que te quedaste sin sangre, sos leña seca en una cesta.
¿Es así como son las cosas?
En esta habitación las horas del amor aún hacen sombras.
Cuando te fuiste te llevaste casi todo.
Me arrodillo por las noches ante tigres que no me dejan tranquilo.
Lo que fuiste no se repetirá.
 Los tigres me han encontrado y no me importa.
225 días bajo la hierba y sabés más que yo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Borness

He aquí (creo) el primer poema de los poemas de la poesia que escribí en mi vida, cuando era insoportablemente niña, a eso de los 12. 
Lo encontré hoy adentro de un tocadiscos, mientras limpiaba la casa de mi abuela.
debo decir que es algo sumamente extraño no reconocerme en esas imagenes, en esa adjetivacion, en esa historia. creo que fue, puramente en la sensacion, casi tan hermético como leer fragmentos apócrifos de los  eleatas o de los estoicos. no se que querìa decir, realmente nunca se que quiero decir. 

La Verdad
El silencio recorre 
las rutas muertas del ayer
la brisa de lo efimero 
se posa en nuestros parpados,
congela los latidos de un reloj equivocado
y contempla, a través del cristal,
el paisaje en quietud. 

La soledad desahuciada 
se desangra por los senderos
de mi corazón inexperto,
busca una salida
en el árbol de penas 
y encuentra ahi, adormecida
la pasión que se oculta bajo el manto de la tristeza.
siente, toca, ve
el umbral de la realidad, 
atraviesa el portal de las dagas sedientas,
ilumina la Verdad 
y descubre un nuevo mundo,
el mundo real; 
tan real es que divaga por los suspiros de las almas blancas, por sus jadeos, sus gritos, sus miedos, 
cae en la cripta de animales sueltos y amor marchito
y besa con sus labios tersos
el último pétalo
de esta rosa tenue que bajo la sombra agoniza.
el milagro la embellece, su esplendor me incandila, pero en un descuido
la espina precoz que crece en el tallo de la confianza
se despierta para cobrar venganza y 
envenena la ingenuidad que en el regazo de mi inocencia duerme.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Me siento como quien busca desesperadamente, en un recital, a alguien que se le perdió. voy dando vuelta espaldas equivocadas y disculpándome mientras escucho tu voz colarse por los intersticios de la multitud, lejos y a veces, cerca, escucho que dice mi nombre; veo gente que encuentra a su amigo perdido, veo sus caras de sorpresa y veo como se ponen a bailar tan agradecidos, veo y es tan triste, sobre todo que el recital se pasa, y es mi vida, y no te encuentro, pero por ahí me canse y encuentre a alguien perdido o que perdió como yo y nos pongamos a bailar también y estaremos agradecidos, porque el recital pasa y es mi vida. 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Algo que aprendi estos dias:
En la escritura hay que discriminar. Explorar la naturaleza de cada palabra elegida hasta sus últimas exequias y luego, en todo caso, prostituirla: en la frase, en un relato, o en el discurso.
Sin esta advertencia, escribir es fácil, y es asi como salen los malos poemas.
La magia no surge de la combinación decorativa de terminos felices, (porque creemos tienen algo que ver uno con otro por la sensación que resumen), sino de la comunión entre independencias.
Cada palabra es única, tiene su historia y sus trampas, aún en la fusion mas inteligente, en las miles de subordinadas que dentro una de otra podemos armar, su sentido debe permanecer aislado y su belleza inextinguible.
Episkepsis imaginativa de una palabra dada al infinito, al abismo que de a girones se va haciendo lenguaje. La que pasa la prueba no es la palabra, sino nosotros. De ver que gesto tiene lo que queremos decir, de traducir esa presencia que por un segundo nos habitó.
Un buen poema, podemos verlo en Lorca, en Pizarnik, en Bukowski y en tantos otros es como un número complejo: tiene parte imaginaria y parte real.
Sin cualquiera de las dos, se cae en la linealidad, el tedio y la repetición. Podria decirse que estamos hablando de versomilitud, si, algo asi, hasta la imagen más excesivamente delirante debe ser verosímil para que nos diga algo.
Verosimil= cerca, aunque este expresado en una forma abstracta, poetica: porque alli donde naufragan las palabras (comunes), empieza la poesia. No conozco una descripicion mejor del desvanecimiento del amor como la de fuego fatuo (Pizarnik) , ni un retrato mas vivo de la Bolsa durante el crack de los 30 como una pirámide de musgo  (Lorca).

Hasta Girondo es verosímil, hasta pareciera a veces que se esta burlando de nosotros. Y el texto no pierde una gota de subrrealidad en ningun momento.
 Solo aquellos que no saben comulgar con estos dos demonios, son los que prefieren estar de un lado o del otro. Asi, se reproducen como una plaga centenares de relatos aburridamente verosímiles, sin vuelo alguno. Eso no es literatura, para eso esta la crónica, la historia. Claro que tienen algo de literario, pero un texto sin poesía, esta seco. Es común y no puede considerarselo literatura, porque ésta es sobre todas las cosas la multiplicación de la diferencia.
O por el otro lado, aludes de poemas pseudo surrealistas que constan de imágenes agrupadas deliberadamente sin sentido alguno, bobos.
 Eso no es dadaísta, eso es facilismo. El dadaismo tenia un sentido que era entre otras cosas lo absurdo. No encuentro en textos como los que digo ( que tienden por lo general a lo cursi, y a los lugares comunes) juego con lo absurdo, en absoluto. Una vez que se ha aprendido a escribir asi, infantilmente, es tan mecánico como  reproducir esos relatos miméticos con lo real, que nombramos antes..
Por ejemplo:
“Lagrimas de lluvia” (bueno, un clasico), “la sonrisa de mi atardecer” (pff) , “Estallar mariposas en tu espalda” ( esta es engañosa, porque dentro de todo esta buena, pero muchas asi, aburren, por su significancia púber y su corta evanescencia), “caramelizando sueños” (puaj), “atrapando a los silencios en la esquina”, “derrumbando paredes con tu piel”, etc.

En cambio:

“(…) estás perdido, como una botella tosiendo en la alcantarilla,
Resorte caliente que se aprisiona en mi pecho, para que Nunca
Sea para siempre.
El amor es asi, excepcional
Como la Muerte”  

O:

“Las palabras eran como uñas sonoras, nueces del Diablo, susurros de un final siempre incongruente.

O:

“si supiera fragmentar el insante preciso en el que una hoja se desprende, no estaria aquí intentando desnudar una palabra”

O: (envidiable ejemplo de D.V)  

“La oscuridad
Es la sangre
De las cosas perdidas”

Resuena. Una y otra vez, no encalla. Nunca. Vale mas por lo que no dice, que por lo que nombra. No sobra. Nos permite ver más allá de la imagen a la que inmediatamente  refieren. Y después de alli el camino es otro. No se cual pero son seguramente muchos, que dependen no solo del lector, sino de la capacidad del autor de seducirlo, de perderlo, de mover algo de lugar en su imaginario.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una cámara que solo saca fotos espontáneas, la ausencia innegociable del dentifrico, la prohibición acérrima del uso del corpiño, hacer pis en un médano y sentir que algo muy parecido a eso debe sentirse “ordeñar las ubres de la luna”, ir en bata al supermercado (o al menos fantasear con hacerlo), sentir que la mochila pesa más por los libros que por la ropa, un lorito desdichado, pintar mandalas y mandalas, destruir cortinas, barral de baño, cerraduras, boton del inodoro, en menos de 48 horas, inventar ensaladas, cantar y cantar mal a propósito por la calle y en eso descubrir que una idea proxeneta me aflora al escuchar como canta y baila belu sin miedo y sin memoria, llorar y reir en agridulce coalición, fumar y caminar por la playa creyendo que nuestras sombras algun dia han de desobedecernos, improvisar posiciones de yoga en el mar, hablar con extraños (pero no aceptarles caramelos), leer y leer, Amelie y sus patafisicas consecuencias, Cortazar y Borges y sus tan discutidas formas de hacer magia, llegar a buenos aires el mismo día en que Massera se va al septimo circulo del infierno, y que el paraiso nos vomite sin piedad a la realidad al ver que el micro abre sus compuertas justo en la entrada de la facultad, y la intelectualidad y el snobismo, y la soberbia y el medio ambiente y la quimica del pensamiento y los esbozos de ideales que espero que a ninguna se nos derrumben nunca, y el camino y los viajes y las historias y las personas tatuadas en la última piel del alma (y las que fueron con henna bienvenida sea su efimera presencia tambien!) y las certezas y los laberintos y la musica celta y la sexarquia y los abrazos. Y nosotras. Juntas.


sábado, 6 de noviembre de 2010

Llego a casa y me encuentro con una sopa fría y la nada de una pagina blanca, esperándome. Me pregunto : ¿que hay? ¿Qué decir de los diapasones de la caída? Ahí están, zumbando, solo en mi cabeza. ¿Que tienen que ver con esta página? ¿A quien le importa?
El temblor se aquieta pero las imágenes siguen, pequeñas instantáneas como cuchillos de partes de tu cuerpo, pelos, uñas, una sonrisa de vez en cuando, y otro pelo -que ya no es el mio-, revoloteando; pero el dolor no se mueve, esta ahí en medio de la niebla como un faro. que dice adonde hay que ir, y yo le creo, por ahora. El camino del dolor es insospechadamente cierto, no hay mentiras en el dolor, ¿no es la sensación lo único verdadero?  
Es la ultima cosa que me pueden arrancar: mi capacidad de sentir. De sentir amor, sobre todo, aunque ahora la vea congelarse con indistinguibles astillas que queman y se multiplican en silencio.
           y/o  
Córtenme la lengua
Arránquenme el pelo
Amputen mis miembros
Pero déjenme mi amor
Hubiera preferido perder las piernas
Extirparme los dientes
Vaciarme los ojos
Antes que perder mi amor.

 ¿Era esta muerte una de las formas del amor? ¿Lo es todavía?  Sentiamos tan hondo últimamente que quizás me confundi y olvide que hubo un final. Pero las confusiones son cosas de la mente y de la geometrica propagación de su errancia, no de los sentidos. Sentir mal o sentir bien, eso no existe.
 Sentí - volé, 
 Pensé - morí.
 y el final volvio, porque no le hicimos caso.


miércoles, 27 de octubre de 2010




Debe haber ciertas cosas por las que vale la pena vivir. ¿Cómo qué? Para mi: los fuegos fatuos de Pizarnik, el método paranoico- crítico de Dalí, Rayuela, The Dark Side of the moon, los panqueques de Carlitos, el Aleph, los trigales y las noches y las cartas de Vincent, la paradoja de Zenón, Pescado Rabioso, aun poder reirme con mi mamá, las imágenes de Kawabata y la prosa de Kerouac, los arcoiris, Duke Ellington, , las peliculas de Lynch, las rabas, Maria Creuza com Toquinho, la tercera temporada de Dr. Who, Nick Cave, tener la esperanza de que algun dia me va a salir una interpretación digna y original de Psicosis 4:48 de Sarah Kane, pintar desnuda, el Protágoras de Platón, los ensayos de Oscar Wilde, Rayuela, el retrato oval de Poe, pasar por Pancho 46 despues de ir a bailar, Mellon Collie and the infinite sadness, Walter Benjamin,  las Ficciones de Borges, aporrear kirchneristas, Clint Eastwood y los puentes de Madison, los arrecifes de Brasil, el cementerio de Recoleta y el de Atenas (por si algun dia voy), la bicisenda de villa Gesell, los ríos metafísicos de Kundera, fumar en la parada del 78 escuchando The Cure, un asado en la plaza, Billie Holiday, Notre Musique, Lorca, las tardes de teatro en Puan, el ultimo disco de Aznar, el museo de arte decorativo, Live at Pompeii, la cerveza negra, la Anthology de Lennon, andar en rollers sin rodilleras, Axel Kryiger, Pulp Fiction, Vinicius de Moraes, Sandman, los programas de radio del loco de la colina, “las palabras y las cosas” de Foucalt, el ADN recombinante, Bukowski, Rayuela, la voz media del griego, Liniers, los sueños que no entiendo, la palabra “saudade”, destrabar un parrafo de mi prematura novela, Paco de Lucia, la risa de los niños brasileños, the Wall, los chistes malos de papá, leer cartas viejas, los campamentos pendientes con amigos, Frank Zappa, , sacarme la cascarita, las poesias de Carver, los churros de Manolo, leer Kafka en aleman, jugar con mi pelo, Waking Life, encontrar cosas que habia olvidado que existian o creia que estaban para siempre perdidas, el baklavá, Jaco Pastorius, los cuentos y los insultos y los rulos robertsmithianos de Debret, escuchar cantar a Pancho, la sonrisa y esos cachetes de Belem, y la voz y las manos y la espalda y la boca y los ojos (casi olvidados) del Chueco.  



martes, 26 de octubre de 2010

Vuelvo a la ciudad y con ella la ilusión de la proximidad. De saberte cerca, cerquisimo, cercándome en cada esquina. Quizá yendo a retornar una botella de cerveza, en el mismo momento en que yo voy a la panadería, y te veo. O no. Es lo mismo. Es el fantasma de tu cercanía.
Y no se si esto será esquizofrenia, u hondisima melancolia pero los retratos de los que fuimos saltan de cada recoveco, me asaltan, -esto si que es inseguridad barrial-, en ese baldío, bajo ese árbol, contra aquella pared, exactamente en esa cuadra a las 3 de la tarde, un viernes de noviembre o de marzo, ya no los recuerdo (ni lo que decían, que querían, apenas sus gestos), son espectros.
 Y están conmigo. 

lunes, 25 de octubre de 2010

 Lonely Sad pisabaldosas, giramundos, eterna turmalina de mi noche poliforme. 
Lonely Sad rompecabezas, vitrina de las cosas perdidas.
Ausencia presente.
Lonely Sad desnudafantasmas, princesa enarbolada de las esquinas. 
enemiga de los payasos y los centros de mesa.
amante de las rayuelas y las casas vacias.
Mía.
Lonely Sad tejedora de constelaciones, seduce a los abismos con su agridulce inocencia.
Sola.
No sabe que esta triste: 
su memoria es un sótano de recuerdos en constante sedimentación, un puzzle metafísico, un enchastre.
siempre hizo del amor un talisman de inextinguible sabiduria. y ahora?
Desnuda.
Busca como llegar al final del sueño viva y con la ropa puesta. 
no lo logra.

lunes, 11 de octubre de 2010

Y finalmente... algo de reconocimiento!! (para los poetas púber)



COMENTARIO A HERACLITORIS POR LA REVISTA EL GATO BLANCO


Moler café en una constelación extraña no nos hace menos cotidianos

Todo empieza aquí con la conversación entre dos personajes, una conversación que es pura dialéctica. No se sabe si el guión es de Gaiman o de la que escribe los textos (básicamente poemas, pero hay lugar y comodidad para la narración y el ensayo). Como sea, se instituye de entrada una oposición entre el mal y el bien que luego será contradicha, deconstruida por esos textos en que las polarizaciones cierran mal, astigmáticas, furiosas contra sí mismas y contra un punto de fuga que siempre le baja la barrera a una alternativa. Y así ya no hay blanco ni negro porque no hay blanco sin negro-.
            Se trata de textos más opacos que oscuros, más irónicos que dolidos. El dominio de la palabra pone en su lugar a los referentes. Y los referentes, es sabido, no son las cosas que percibimos, pensamos, soñamos en estado de vigilia, los referentes están en la cabeza, el estómago, la glándula que a falta de un  mejor nombre llamamos alma.
Ironía: una bombacha en el congelador, el hueco que dejó el mundo, unos pibes jugando un picado con un pájaro muerto. Se diría que en todo eso no hay nada irónico, que son más bien textos desgarrados, delirantes, terriblemente imaginativos, pero hay ironía, entendiendo por tal a la figura de habla en la que se emplea arbitrariamente la denotación, esto es, se la vuelve connotativa, literaria.
El dominio de la palabra no puede aplicarse a nada externo, como lo son en realidad los sentimientos y los pensamientos ya que se proyectan sobre el mundo de los otros, aunque uno esté sufriendo solo, hablando solo, riéndose sin que nadie haya contado un chiste. Dominar la palabra es construirla, grabarla con un cincel sobre la materialidad del lenguaje, librarla de la esclavitud de la designación. Algunos, sin duda con fundamento, hablan de surrealismo, pero no es ése el resultado que se busca aquí, no hay nada automático, nada que pueda evaluarse fríamente: la ironía anula los clisés pero luego inserta emociones diferentes en los huecos, la emoción de leer, por ejemplo: Estás perdido, como una botella tosiendo en la alcantarilla. / Resorte caliente que se aprisiona en mi pecho para que nunca sea para siempre.

            Alfonsina, Alejandra Pizarnik ¿hablaban en serio en sus poemas más oscuros? No lo pregunta quien esto escribe, es el libro, es Heraclítoris el que se lo pregunta línea por línea. Creemos que no, que en el libro, en ninguna parte, nada da a entender que se piense que hablaran en serio. Storni llora lágrimas cúbicas, la Pizarnik hunde los dedos en las teclas del piano... Cuando el que escribe cree ser el vate, el mediador entre la realidad y la fantasía, sólo alucina un tópico del Romanticismo, sólo reescribe sin saber que lo está haciendo y que lo suyo ya fue dicho muchas veces. No existe la creación ex nihilo, se crea, se arma, se compone con palabras ya dichas. Y eso pasa en este libro. Basta con analizar un poquito el título: Heráclito el Oscuro, el filósofo abocado a describir al tiempo como sensación, se funde aquí con el órgano masculino desarrollado pero hipotrofiado en el interior del sexo femenino. Acá hay mucho más que ingenio en la combinatoria. Se trata de una propuesta poética original, es notorio, pero no porque marque el origen de los significados, sino porque cruza (de nuevo vamos a esa oposición aniquilada que aparece una y otra vez) términos, palabras, en varios planos del lenguaje, el fónico, el melódico, el pragmático y es ahí donde la habilidad para construir imágenes hace que creamos estar viendo nacer sentidos nuevos. Y ése no es el menor de los méritos del libro. Queremos decir: escribir para la inteligencia del lector, invitándolo a participar del resultado, a inscribir su lectura y hacerla funcionar como si la hubieran enchufado al libro motivador.

Me saco la careta de crítico prestigioso y agradezco a Dios que en mi vejez, cuando ya desesperaba, me haya permitido leer tus textos y los de Rocío,  muy distintos entre sí pero expresivos ambos en cuanto a que los adolescentes, lejos de ser idiotas como creemos los docentes con fecha de vencimiento, han tomado la posta de los grandes poetas, de Raúl González Tuñón, César Vallejo, Héctor Viel Temperley, Juana Bignozzi (para que se note más todavía que soy machista).
No estaré exagerando si digo que soy un antiguo y decepcionado lector de poesía. Decepcionado porque veo que tipos como Fabián Casas, el payaso de Cucurto, el soberbio (creído) y aburridísimo Arturo Carrera, y Gambarotta y Saavedra y Emiliano Bustos son publicados y ¡admirados! existiendo producciones como las de ustedes dos.
Ya lo dijo Gombrowicz, el mayor tesoro que tenemos los argentinos es la inmadurez (el no estar pasados, semipodridos; el mantenernos verdes, nuevos) pero, por desgracia, en vez de levantar esa inmadurez la aplastamos con los bustos de mármol y bronce de escribidores que deberían ser expulsados del paraíso.



Daniel Mario Fara, 10 de Octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

Haiku (malísimo)

Una bombacha
Congelada encontré
 Hoy en la heladera 
¿Qué hace ahí?
¿Qué significa?
El despertador
Estaba en el jardín
¿Y la tostadora? –ahí,
bajo la ducha-
Todo siguió igual de
Normal como siempre
Solo que cuando salí
A la calle no tenía
Las llaves - ¡pero!
Seguro que las deje
En el lavavajillas-.  

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tengo un beso detenido en los labios. La ausencia clandestina –íntima- de nombrarte en cada charco, en cada estación de tren, en el eco espectral de este suburbio; de no saber de que color vestirme para evocarte algún recuerdo por si te cruzo. De andar asi, con el alma mendiga: Con los tobillos derrumbándose en cada esquina y los semáforos, cómo duelen los semáforos, y la gente y la lluvia, sobre todo la lluvia.

No quiero dejar de sentir esta tristeza… porque es nuestra; solo nos queda la muerte, esa avenida de brazos calmos donde recordar la danza compartida.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Schluss

"No hay amor que resista una reflexión sana". El amor necesita de la colaboración de nuestro  delirio. (D. V)

Llegaste. No nos saludamos. Como no querías ensuciarte el pantalón con la tierra, te di unas fotocopias – instrucciones para john howell estaba impreso en ellas- y ahí si, una vez sentado cómodamente sobre Cortázar, hablamos. O eso era lo que ibamos a hacer ahí, solo que uno de los dos hizo un chiste o se puso a llorar o se descompuso o tuvo que ir a ver a su abuela materna y al final no hablamos lo que “teniamos que hablar” y después de todo ¿que importa? Ese tipo de desencuentros suceden todo el tiempo, más si los dos, o uno de los dos esta empecinado en que las cosas se den de alguna manera determinada. Lo cierto es que fue triste. Mas el cómo que el qué, la distancia y el tiempo (eterno) entre cada una de tus palabras, tu voz queda, la forma ingrávida de gesticular, de apretar el cigarrillo que tenías, todo era triste, dijeras lo que dijeras. Me mirabas furtivamente, como no queriendo recordar una imagen que podrías llegar a extrañar después. Me dijiste que recién me habias imaginado desnuda, si, recien, en el instante preciso que me saqué la bufanda. Pero que no. que no. que no. que no. No sonreí, te dije que por qué tenias la barba tan larga y me contestaste una de las estupideces mas grandes que te he oido decir a vos o a alguien en mucho tiempo:- es cabala. Hasta que no se levante la toma no me afeito- no contuve la risa. Para nada. Diagnostiqué una serie de cosas que podrian estar ocurriendote, entiendase por: embolia cultural, embarazo revolucionario, quiza? o ¿guevarismo posmo con secuelas de un resfrio neuronal mal curado?, esquizogenesis de ideas políticamente involucionantes, sarampión ecologico, epilepsia verbal, intelectofobia, razonamiento cloacal, asfixia sináptica, trombosis autoparlante, big crunch de todo tu conocimiento etc. Pero para no incomodarte dije:- esta bien. Y.. ¿como va eso?- No recuerdo bien lo que me contestaste porque me importaba poquisimo, solo me parecio notar que hablabas mucho de una militante que siempre pedia un baggio o gaseosa cada vez que ustedes compraban cerveza hasta que un dia se te ocurrio preguntarle por qué: -soy celíaca, imbécil- te reías, vos solo, te reías. Hasta que me cansé y dije: que querés? y hablabas lento, pausado, empezaste dandome la razón: Vieja estrategia. Me advertiste un par de cosas, que no me tranquilizaron en lo absoluto, solo tuvieron el gesto psicótico de estar diciendo algo importante.
Inauguramos un cómodo silencio, mordaz, ausentes nos mirabamos; luego me eché sobre el árbol, acurrucadandome las piernas, puesto que ya no las estabas acariciando, y mire hacia la esquina: estaba muy entretenida imaginando lo poética que seguro me veía. Me despertaste de mi lapsus, preguntandome qué pensaba: y te dije que estaba tratando de predecir en la multiplicidad de reacciones que podias tener cual elegirias para este momento: desde irte a la mierda, invitarme a tomar un café, darme un beso o hacer un chiste. Pero no. me cagaste. No hiciste nada. –me quede aca- fue tu respuesta con una sonrisa boba debajo de los anteojos. Si, claro, lo mas fácil- pense yo. Mientras tu declamatorio discurso se dibujaba bajo la sombra de ese abedul tan paciente, llego a parecerme que era noble lo que hacias, que si, era cierto: ya no era lo mismo de antes. Somos cada vez menos inexplicables. As all things must surely have to end... great lovers one day have to part. Todo era muy sensato, casi que me convenciste. Pero entonces: una lágrima. Y otra, y otra más. Crei que iba a desangrarme en llanto, crei que me ibas a abrazar tambien, pero no, no tuviste la piedad, ni el tacto, ni las ganas de ser una persona, esa vez, esa tarde bajo el árbol de la plaza. Tampoco entiendo porqué nos juntamos en esa plaza y no en la que quedaba exactamente a una cuadra entre tu casa y la mía.
 Aparecio un vagabundo, de la nada, absolutamente de la nada, a pedirte un cigarrillo, su imagen recortada por el sol me dio ternura, estaba nervioso, asustado y transpirando, le diste uno, te dijo gracias, rengueó unos pasos y volvio diciendo: - y.. teneh.. eso para.. como se dice?. El coso para prender- le diste fuego y te dijo gracias devuelta, ya entrando en confianza, nos contó: pasa, que saben, hoy me separé.., y estoy mal.- Juro que no contrate al homeless. Juro que te sorprendiste y me dijiste: -asi voy a terminar yo, hoy.-… solo que voy a tener cigarrillos, ja- la risa boba, incompleta, otra vez. - si hasta que se te acaben y empieces a pedir- dije, seguimos hablando un rato más, ya no lloraba. Me exaspere, te grité. Dije que te amaba. Dije que eras un pelotudo. La charla se prolongo unos minutos mas, agonizando, hasta que se torno erística. Te dije que te amaba, otra vez. Te dije que eras un pelotudo, de nuevo. Y ahí quedo. No nos saludamos, dijiste:- me voy-. Yo recluté mis lágrimas a romper fila inmediatamente de mi rostro y te dije que ¡yo! me iba, poniéndome la mochila y encarando digna para la facultad. Pero no pude. Me quedé ahí, como una sombra olvidada. Quería verte partir. Quería contar cada uno de tus pasos alejándose de mi y sobre todo quería ver como no te dabas vuelta para verme por última vez.

sábado, 18 de septiembre de 2010

El Ministerio de la Inocencia


Estás, en la intermitencia de cada palabra tachada,
en las nervaduras que mi piel esconde, estás.
en los golpes de las amapolas contra el viento
y en la luz silente de los semáforos, de noche.
Volvés desde allá, con sombra y paraguas
)no hacés mas que recordarme que todas esas cosas en las que te veo
no son mías(
Volvés, para sacarme una foto,
tan solo una, de las manos mías.
una de esas fotos que el mirar clausura,
que al pudor invitan,
que hacen callar la sangre de los patios
con su lentísima melancolía.

martes, 14 de septiembre de 2010

Viento

Supongo que todo suecede, sólo, en los intersticios.
En su afán por localizarlos, pasa, de un soplo: la vida; olvidando quizás que no tienen lugar fijo, que con su nómada estridencia nos abisman. 
No se puede detener al viento, todo ardid anestesico para evitar que nos hilvane será inútil, patético, el amor pareciera por instantes imponerse ante esa fuerza erosiva y lentísima, caramelizando sueños, desafiando el tiempo, pero ya sabemos cual es el final: todo vuelve a ser, otra vez viento, porque en su destino está destejer y barrer la alfombra del universo para dar lugar a lo nuevo.

Pero qué humano es relamerse las cenizas, como ansiando recordar su sabor, su aroma, acaso una esencia perdida.
Masticar lo que ya es olvido.

Si, puedo decir cosas asi, puedo seguir diciendo cosas asi, pero como decia un escritor:  las palabras son solo palabras. No nos salvan.
Puedo si, como ahora, hacer de la frase un modelo para armar, darla vuelta, trasvestirla, coquetearla hasta que me dé la razón.
Podria hacer todo eso, y aún asi seguirán siendo palabras, vos seguirás estando lejos, mis manos llenas de tinta, y mis ojos llorando.
Puede que algún dia los planos se inviertan, pero más fácil sería que volvieras rápido.

jueves, 9 de septiembre de 2010

“Choronzon: Soy un lobo, solitario, merodeador, asesino.

Sandman: soy un cazador a caballo caza lobos. Huelo a alcohol, humo y sexo barato y siento la hierba entre mis cascos, los flancos entre mis piernas. Todo es real. Nada es real. Tu turno.
Choronzon: soy un tábano, enemigo de caballos y cazadores.
Sandman: soy una araña de ocho patas come tábanos y moscas.
Choronzon: soy una serpiente devora arañas, venenosa.
Sandman: soy un buey pesado aplasta serpientes. Siento la serpiente retorcerse bajo mi pezuña.
Choronzon: soy un Ántrax, bacteria destruye vidas.
Sandman: soy un Mundo en el espacio, dador de vida.
Choronzon: ¡soy una Nova que explota…quemando mundos!
Sandman: soy el Universo, abarco las cosas, abrazo la vida.
Choronzon: soy la antivida, la bestia del juicio. Soy la oscuridad al fin de todo. Fin de universos, dioses, mundos… de todo. Sss… ¿Que serás tú soñador?
Sandman: La esperanza.”
(Sandman, Neil Gaiman)

La esperanza es lo último que queda cuando la gran fiesta termina. Y saben a que me refiero con eso de la gran fiesta, la gran farsa ambulante, que no es una ilusión –las ilusiones son seres nobles, algo así como los cronopios, el amor es una ilusión in fact- sino un derroche. Vamos por ahí descolgados antes de secarnos bien, empapándolo todo con nuestra humanidad, somos la plaga del mundo, los inquisidores de la belleza.




Y yo estoy aquí con mi invertebrada ilusión esperando que llegue la esperanza- esa puta de vestido verde-, en la espera el tiempo es del otro escucho decir al Loco de la colina por la radio, pero si lo que espero es la espera misma, ¿qué espero? Demoro las decisiones como facturas sin pagar imantadas a la heladera, tejo y destejo con penelopiana devoción las máscaras que nadie verá nunca, bostezo de miedo, me congelo de espanto y giro como un trompo para escapar de las consignas del mundo material. Una estúpida, una niña llena de miedo. Una homeless outsider con los bolsillos cosidos hacia dentro encerrando para siempre a las monedas, una coleóptera borracha que revolotea la ciudad y busca desesperadamente un destino.



Por eso escribo quizás y también porque jamás podré entender cómo es que la tinta sale mágicamente de la lapicera, el gesto que adoptan las manos escribidoras al enfrentarse a la blancura encegecedora del papel, por obra de qué misteriosa alquimia la nada se vuelve grafía, color, belleza, poesía. No lo comprendo, por eso escribo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Ehm...Filba

He aquí algo que me hicieron hacer en uno de los workshops, el peor de todos: lo daba un colombiano basico y vacuo, de los tipicos que se quedaron todavia colgados del boom latinoamericano. hizo de la conferencia un correlato inservible de lo que supuestamente el enseñaba en su taller de "creacion literaria" (como si tal cosa pudiera ser enseñada, por favor) y hablo de las estructuras y las técnicas de escribir un cuento: absolutamente primitivas. un buen cuento debe ser verosímil, para eso el personaje si o si debe ser "redondo" y caracterizado indirectamente y a abstenerse de usar lenguaje metafórico o subtexto: no hacen verosimil la obra, para este sujeto un buen cuento deben entenderlo la mayoria de las personas y debe tratar de cosas concretas y no abstractas. en fin, un pelotudo. subire mas tarde mas cosas (mucho mejores) del filba, si tengo ganas. ahora el texto que me salio:
Consigna: los que esten de la mitad para atras de la sala escriban algo que de cuenta de que el personaje esta contento:

Si, se habian ido todos. Todos, todos, todos.
Caminaba desnuda por las calles y dormía la siesta sobre los jardines arquitectónicos de cualquier barrio privado; me daba grandes banquetes a mi misma y me hacía regalos, que llegaban a mi casa sin remitente alguno, asi como las mascotas que con el paso del tiempo parecían multiplicarse y muchas muchas golosinas importadas.
Estaba sola, y era lo último, lo más breve, la belleza de destrabar la prosa que contenía esa sustancia de la vida que no conocía.
Es que la vida era eso: bailar solo para mi propia sombra, cantar canciones de las spice girls arriba de una montaña rusa de chirriantes ruedas con chispas; tropezar con las botellas que yo misma eructé la noche anterior; sacudirme ante los heladeros inexistentes y los libreros y los taxistas.
No hay nadie, y es triste pero mi sonrisa autorefractaria alcanza para parir la luz de cada mediodía.

 temine de leer y el besugolatra pregunto: ¿quienes sintieron que el personaje estaba alegre?
4 personas, como mucho levantaron la mano. - se va muy para lo filosofico... pocos entendieron (habran sido los amigos) risas- esa fue mi devolucion y yo me pregunto: que se puede esperar hoy por hoy de la cultura en Argentina?

lunes, 23 de agosto de 2010

Las ventajas de un tren perdido

¿Y si me quedo acá, en la estación, como el tren, atrasada? Ausente de todas mis cosas, una discontinuidad que seria inevitable para mí, ¿alguien lo notaría? Creo que lo que importa saber es si yo lo notaría. Me parece que no. Últimamente las cosas que me dan existencia ya no son lo que eran. No las necesito. Esa grieta que me grita entre las baldosas -contra la que ahora aplasto el boleto que cuando me lo pidan en la estación de mi destino, lamentaré -, me basta para encauzar mi imaginación en ese río asfixiado y sentir por un instante que el tiempo no existe y que lo que sobrevuela mi cabeza, ahora mismo, son golondrinas y no palomas que van a hacerme caca en la cabeza. Un coleóptero facineroso pasa a mi lado y me saca una sonrisa, siento que es la naturaleza hablándome con sus bocas de alquitrán y su andamiaje cósmico. Y por fin, el tren. Pienso: -no me lo voy a tomar, al menos no este. Estoy cansada, mejor me quedo acá sentada viendo a la gente.- pero mis pies no pueden parar de caminar hacia las puertas del tren- ese monstruo que me quiere comer-, es imposible detenerlos, siguen y siguen sin parar con su perversa independencia de cosa del tiempo. Lastimosamente me abrazo a la baranda, a la lata del puesto de revistas, rasguño las compuertas del tren; es inútil: caminan solos, sin mí. Una suave brisa fue suficiente para despegarme de la baranda y hacer que mis zapatillas – que estaban pataleando la nada- bajen de vuelta al suelo y continúen con la inexplicable pesadilla de la inercia. Mis pies y yo nos bajamos 5 estaciones después de la de todos los días, fue así que empezaron a caerme bien; quizá era un mensaje, algo así como: -che, flaca tu vida da lastima la verdad. Tan aburrida, rutinaria. ¿Vamos a dar un paseo?- Así que deje de interferir en su procedimiento y me entregué a disfrutar de la fútil comodidad de prescindir de la tracción de mis piernas mientras la magia fuese posible y además; esos pies míos, caminando así, tan rápidos, como hormiguitas, multiplicando sus pasos en la hierba, eran tan libres y bonitos que ya no tuve ganas de detenerlos.

miércoles, 18 de agosto de 2010

62/ Modelo para armar
Lo que nos salva a todos es una vida tácita que poco tiene que ver con lo cotidiano o lo astronómico, una influencia espesa que lucha contra la fácil dispersión en cualquier conformismo o cualquier rebeldía más o menos gregarios, una catarata de tortugas que no termina nunca de hacer pie porque desciende con un movimiento retardado que apenas guarda relación con nuestras identidades de fotos tres cuartos sobre fondo blanco e impresión digito-pulgar derecho, la vida como algo ajeno pero que lo mismo hay que cuidar, el niño que le dejan a uno mientras la madre va a hacer una diligencia, la maceta con la begonia que regaremos dos veces por semana y por favor no me le eche más de un jarrito de agua porque la pobre se me desmejora.

martes, 3 de agosto de 2010

“Ni rastro de vida, te dices, bah, bonito asunto, imaginación no muerta, sí, bueno, imaginación muerta imagina. Islas, aguas, azur, verdor, fija, pff, abracadabra, una eternidad, calla”. (Samuel Beckett) Un gato la siguió en el camino de vuelta. Era simpático, de grácil andar, le hacía acordar a un viejo amigo suyo, así que se lo llevó. Alexis dormía en paz, tenía un poco de fiebre aun pero nada de lo que preocuparse. Leyó un poco de Kerouac en el sillón del living, abajo, con el gato ronroneándole las piernas y se quedó dormida. Soñó algo extraño: manchas, muchas manchas, un camino de sangre, que ella seguía incansablemente hasta llegar a un establo donde estaba ella misma desangrándose. Esas cosas mejor no interpretarlas. Subió a ver como estaba alexis pero, no, no estaba. Había salido. No dejo una nota, no se llevó la campera y eso que hacia frío. Debe de haber ido a comprar algo para comer, no tenían nada. Pero si ayer no se podía ni mover… ¡que raro! Se puso a escribir, como cada vez que no encuentra nada mejor que hacer, y no tiene acuarelas ni un lienzo cerca donde copiar su mente. “La guerra imaginaria no solo es contra el mundo, es contra uno mismo” escribe y se detiene a pensar: ¿Como ser siempre genuinos, sin diluirnos en nuestra propia densidad? ¿Como no aburrirse de alguien con el que convivimos toda nuestra vida? Que vimos crecer, reemplazar sus juguetes por otros tanto más perversos, abrirse huella entre las sombras y profesar su primera palabra: que no fue mamá, ni papá, ni ajo, ni nada de toda esa pavada; fue “yo”, la primera vez que nos preguntaron ¿quién sos? Y de esa pureza luego verlo mentir, engañar, traicionar, perder su inocencia de a pequeñas muertes, ponerse un traje, luego otro; renovar las máscaras, cortarse las uñas con repugnante periodicidad, envejecer y terminar olvidándolo todo (1). Odiaba la psicología, pero respetaba a quienes todavía investigaban en ella, creía mucho más terapéutica la catarsis artística, uno corre el riesgo de descubrir su talento, pero si no se tiene, no se tiene. Pocos han de preocuparse. Pero contra la imaginación no hay victoria ni tratamiento posible, uno puede intentar engañarla con patéticos ardides: ir a la facultad, casarse, tener hijos, unirse a una religión, hacerse hincha de un equipo de fútbol, en fin: creer en algo. Pero no se puede creer en lo imaginario, hay que vivir lo imaginario. Porque de hecho siempre convive con nosotros, siempre estará allí como un tábano que pulula alrededor de nuestra silueta y trama el instante preciso en el que nos quebraremos, en el que toda creencia o realidad objetiva se disipara y nos quedaremos solos con nuestro mundo imaginario, el instante preciso y precioso en el que nos dejaremos caer sin pensar si el de atrás va a agarrarnos o no. La imaginación es aquello que nos salva de situaciones imposibles, que resuelve problemas mientras dormimos, la que toma decisiones no programadas, un guía turístico o ¿Por qué no? Uno de esos que hablan de cuadros y que habitan en las galerías de arte (si, para mi forman parte del museo, siempre han estado allí), -solo que hay algunos que son tan gansos…-: nos muestran nuestra propia vida a través de un caleidoscopio y hasta parece distinta, parece real. En fin lo que quiero decir es que si el hombre se sorprende todavía es porque imagina, porque crea mundos posibles aunque sea en una servilleta, en un pedazo de espejo, en un charco en el que un pajarito se iba a posar y no; porque “poéticamente habita el hombre la tierra” como decía Hölderlin y la poesía es algo que lo excede pero a la vez, lo atraviesa. Pasa que imaginar es una actividad inútil y por lo general ociosa, sino es también perversa: “uno siente placer oyendo contar una historia cuyo final ya conoce” pero es divertido inventar otros finales mientras ESE aun no llega, demorando lo real, tendiéndole ingrávidas trampas para que cuando llegue al menos no estemos en frío. No venía, no venía… - ¿que le habrá pasado?- se precipitaba Crisálida. Salió sin más a la calle, era de noche de repente, pero ¿cómo? ¿Cuánto tiempo había estado garabateándose? Se preocupo más, miro su reloj y eran las 3 de la tarde. No entendía nada, se sintió de repente metida en una película de David Lynch y como siempre, las cosas tenderían a ser cada vez más y más extrañas. Atravesó el sendero, -blapl – mierda en el umbral, puteó, se confundía bastante con el barro que la lluvia de ayer había mezclado. Fue al almacén, a la farmacia, al banco, a la plaza y no, no estaba; a medida que se acercaba a la playa el viento se puso violento (le divertía imaginar que se volaba y quedaba colgada de un árbol). Fue al lugar donde siempre se sentaban para tomar mate en la playa, cerca de las rocas, debajo de una carpa del balneario “sotavento” se llamaba, creo. Al silencio solo lo interrumpía el viento – la versión literaria del silencio- y el estampido de las olas que cada tanto la despertaban de eso de alucinógeno que el aire de repente tenía. Vislumbró una niña a lo lejos, una pequeña niña negra descalza que jugaba a no caminar afuera de la línea que dibujaba el mar –un juego que ella seguía haciendo todavía-. Sonrío. Pero estaba muy lejos, parecía que nunca iba llegar. La luna volvía a brillar en sus ojitos como los barcos que en el mar hoy no tintineaban: nadie pesca en invierno, pensó. Cuando pasó junto a ella lo hizo rápidamente, efímera, casi como si no la hubiera visto. Pero la vio y le sonrío y el viento sopló su bailoteante flequillo con un precario aunque inconfundible gesto onírico que le introdujo la sospecha de que nada de todo eso era real. Pero lo real… en fin. La siguió, corriendo cuando podía; cuando no, simplemente siguiendo sus pequeñísimas huellas que, multiplicándose, labraban un camino. Cada tanto la nena se reía, pero nunca nunca más se dio vuelta, ni dejo tampoco de correr. Cuando ya no pudo seguirla más y no veía en la playa más que dunas que estornudaban arena, desertó el sueño. La nena, al no escuchar más tras de sí los pasos de su víctima, paró. Volvió a reírse, hizo un breve aunque mordaz suspiro y empezó a correr frenéticamente en dirección al mar. Crisálida, asustadísima, dejo de pensar y la siguió, quizás para salvarla, quizás para perderse a ella misma de una vez; es posible que ambas. Pero la niña nadaba mil veces más rápido; en una brazada pudo tomar una de sus piernitas, pero como una anguila se dio a la fuga inmediatamente. Desesperada, dando manotazos de sí misma, no se daba cuenta acaso, que todo era un juego, que estaba nadando en círculos, arremolinando aun más las aguas, divirtiendo a la nena. Escuchó que tosía y trató de distinguirla en la pétrea aquiescencia de ese mar dormido, y no la veía, pero escuchaba como sus piernitas se movían a velocidad inhumana en el agua; seguía la estela que su nado iba dejando, casi hasta la locura, hasta el naufragio, hasta que de repente, por fin, desapareció. O se fue lejos, o se murió, o fue ella la que se ahogó y no lo sabe. -¡AAAAAAh! ¿Qué carajo hacés acá, amor?- se espantó Alexis al descubrir el cuerpo dormido de Cris en el piso de la ducha. -¿qué... eh?- balbuceó ella con un solo ojo abierto. -¿te quedaste dormida mientras te bañabas? Dios, estás cada día peor amor. Me dejas que me quiero duchar?- -¡Amor! ¡Te encontré! ¿Donde estabas? ¡Te busqué todo el día!- refulgiendo de alegría, mientras se estrujaba la ropa empapada. -eh? Si estuve acá todo el tiempo! Pensé que vos no estabas pero vengo y resulta que estás durmiendo acá, ¿vos me estás cargando?- -no, ¡vos me estas cargando a mi! No estabas, te esperé y como no venias salí a buscarte y te encontré, ni idea de cómo termine acá, pero no importa, acá estas, vení amor, vení un raaato acá conmigo...- le dijo chapoteando en el agua mientras intentaba levantarse. -¡Cuidado, amor!- casi se resbala, sus piernas estaban tan débiles, cada paso que intentaba dar le seguía el patético derrumbe. -¿Qué te pasa, che?- le dijo entre preocupado y enojado. -no sé, estoy re cansada. Debe haber sido de tanto buscarte- -¡que no me fui a ningún lado yo! Bueno te hacés la tonta, ya vas a ver- le dijo y corrió la mampara, como si hubiera alguien viéndolos del otro lado. El agua estaba fría, pero casi no lo notaron. Era la hipnosis de los cuerpos la que gobernaba la piel del sueño. A veces no podía creer que tuviera el descaro de violentar ese cuerpo pequeñísimo, diminuto pero de sensaciones tan increíbles, laberíntico, lleno de cuentos y de monstruos, que no podía resistirse ni demorar un minuto más su insular belleza. Porque solo cuando la tocaba, ese rostro dejaba de estar muerto. Ese blush en sus mejillas sin el que nada tendría sentido. Sus ojos dicen algo como: -ven al jardín-, su pelo: un trigal de Van Gogh << ¿qué… qué es esto?? ¡Un alga! ¿por què tenés un alga en el pelo amor?>> y su voz cuando estalla: un fuego fatuo. No encuentra otra razón que explique tal dependencia más que la de que haya pequeñas mariposas que cambian cosas de lugar en su cuerpo: mariposeas obreras, albañiles acaso, que añaden imperceptibles remodelaciones en la arquitectura de ese cuerpo, porque siempre, siempre, se ve diferente; como nuevo. Y era por esto que no podía dejar de enamorarse de ella ni que pase un solo día en el que no hagan el amor. Pero aún así, la ausencia sabía algo que muere, se intensificaba aún más en ese momento de éxtasis, en la más intima presencia. Un dolor agridulce, una herida polifónica: lo Intratable del amor. (1)La muerte es sobre todo esto: todo lo que ha sido visto, habrá sido visto para nada. Duelo de lo que hemos percibido” (Francois Wahl, “Chute”)