lunes, 18 de junio de 2012

Día del Padre



A los 7 años mi papá tenía una sola preocupación: tocar el acordeón. Como era muy caro, le compraron una armónica que meses más tarde, en una tarde lluvia, extravió: se le cayó en un charco. Ahora es ingeniero. Y no nos vemos casi nunca.


Me pregunto si hay entre los hechos algún tipo de correlación.


Primero: No me creo lo del charco. O bien el charco era infinito, lo que lo convertiría en una especie de portal entre tierras u hombres de otro tiempo en donde ya no se toca la armónica, en tal caso, creo yo, la hubieran devuelto enseguida; o donde aún no se toca, caso lo cual, la armónica hubiese sido quizás interpretada como un poderosísimo instrumento de destrucción letal del futuro - porque eso es lo que hacen los humanos con las cosas que descubren y no saben para que sirven: volverlas armas, condimentos o pesticidas-; o bien el charco daba al otro lado del mundo, y eso no me parece verosímil, ya que cualquier chino o japonés se hubiese encargado de hacerse famoso si encontraba una armónica en un charco mágico que daba al tercer mundo. Queda pues la opción de que la armónica fuese muy berreta y se hallase desintegrado en el barro del charco, pero semejante reacción química le hubiese cercenado a mi papá varios dedos de la mano. Y mi papá los tiene todos, creo. Entonces no entiendo porqué no pudo recuperar su puta armónica, quizás hacía mucho frío y estaba yendo al colegio y temía por las monjas que iban a pegarle si se ensuciaba el guardapolvo, después de todo no la quería tanto,- el seguía añorando el acordeón-; o quizás la armónica surco una ruta alternativa hasta la alcantarilla y fue a parar a la boca de un vagabundo. No lo sé. No excluyo la posibilidad de que sea todo mentira, es decir, de que esta historia sea un intento casi adorable y derrotista por parte de mi padre para no admitir que su frustración en la vida es puramente suya. Que innumerables factores metafísicos y traumáticos como éste intervinieron en el proceso y lo arruinaron todo. Pero no creo que sea así, mi papa no es de ese tipo de personas. Quizás sí logró salvar la armónica del charco, pero ya no sonaba bien por el agua, por eso se puso a arreglarla y ahí descubrió su vocación como ingeniero. Eso puede ser. Pero me lo hubiera contado, contentísimo!. Y ahora haría las dos cosas: tocar la armónica y arreglar válvulas de petróleo para compresión. O quizás ambas al mismo tiempo, convirtiéndose en la estrella de algún freak show. Que toda la familia criticaría en las cenas de navidad.



Solo sé que para equilibrar el universo, cuando cumplí 7 años yo, me compró un pequeño acordeón, que era de juguete pero no de mentira, sonaba de en serio, y tenia pianito. Nunca aprendí a tocarlo, no sé donde andará. Quizás tengan con la armónica su propia banda de folk.