martes, 26 de octubre de 2010

Vuelvo a la ciudad y con ella la ilusión de la proximidad. De saberte cerca, cerquisimo, cercándome en cada esquina. Quizá yendo a retornar una botella de cerveza, en el mismo momento en que yo voy a la panadería, y te veo. O no. Es lo mismo. Es el fantasma de tu cercanía.
Y no se si esto será esquizofrenia, u hondisima melancolia pero los retratos de los que fuimos saltan de cada recoveco, me asaltan, -esto si que es inseguridad barrial-, en ese baldío, bajo ese árbol, contra aquella pared, exactamente en esa cuadra a las 3 de la tarde, un viernes de noviembre o de marzo, ya no los recuerdo (ni lo que decían, que querían, apenas sus gestos), son espectros.
 Y están conmigo.