jueves, 23 de septiembre de 2010

Schluss

"No hay amor que resista una reflexión sana". El amor necesita de la colaboración de nuestro  delirio. (D. V)

Llegaste. No nos saludamos. Como no querías ensuciarte el pantalón con la tierra, te di unas fotocopias – instrucciones para john howell estaba impreso en ellas- y ahí si, una vez sentado cómodamente sobre Cortázar, hablamos. O eso era lo que ibamos a hacer ahí, solo que uno de los dos hizo un chiste o se puso a llorar o se descompuso o tuvo que ir a ver a su abuela materna y al final no hablamos lo que “teniamos que hablar” y después de todo ¿que importa? Ese tipo de desencuentros suceden todo el tiempo, más si los dos, o uno de los dos esta empecinado en que las cosas se den de alguna manera determinada. Lo cierto es que fue triste. Mas el cómo que el qué, la distancia y el tiempo (eterno) entre cada una de tus palabras, tu voz queda, la forma ingrávida de gesticular, de apretar el cigarrillo que tenías, todo era triste, dijeras lo que dijeras. Me mirabas furtivamente, como no queriendo recordar una imagen que podrías llegar a extrañar después. Me dijiste que recién me habias imaginado desnuda, si, recien, en el instante preciso que me saqué la bufanda. Pero que no. que no. que no. que no. No sonreí, te dije que por qué tenias la barba tan larga y me contestaste una de las estupideces mas grandes que te he oido decir a vos o a alguien en mucho tiempo:- es cabala. Hasta que no se levante la toma no me afeito- no contuve la risa. Para nada. Diagnostiqué una serie de cosas que podrian estar ocurriendote, entiendase por: embolia cultural, embarazo revolucionario, quiza? o ¿guevarismo posmo con secuelas de un resfrio neuronal mal curado?, esquizogenesis de ideas políticamente involucionantes, sarampión ecologico, epilepsia verbal, intelectofobia, razonamiento cloacal, asfixia sináptica, trombosis autoparlante, big crunch de todo tu conocimiento etc. Pero para no incomodarte dije:- esta bien. Y.. ¿como va eso?- No recuerdo bien lo que me contestaste porque me importaba poquisimo, solo me parecio notar que hablabas mucho de una militante que siempre pedia un baggio o gaseosa cada vez que ustedes compraban cerveza hasta que un dia se te ocurrio preguntarle por qué: -soy celíaca, imbécil- te reías, vos solo, te reías. Hasta que me cansé y dije: que querés? y hablabas lento, pausado, empezaste dandome la razón: Vieja estrategia. Me advertiste un par de cosas, que no me tranquilizaron en lo absoluto, solo tuvieron el gesto psicótico de estar diciendo algo importante.
Inauguramos un cómodo silencio, mordaz, ausentes nos mirabamos; luego me eché sobre el árbol, acurrucadandome las piernas, puesto que ya no las estabas acariciando, y mire hacia la esquina: estaba muy entretenida imaginando lo poética que seguro me veía. Me despertaste de mi lapsus, preguntandome qué pensaba: y te dije que estaba tratando de predecir en la multiplicidad de reacciones que podias tener cual elegirias para este momento: desde irte a la mierda, invitarme a tomar un café, darme un beso o hacer un chiste. Pero no. me cagaste. No hiciste nada. –me quede aca- fue tu respuesta con una sonrisa boba debajo de los anteojos. Si, claro, lo mas fácil- pense yo. Mientras tu declamatorio discurso se dibujaba bajo la sombra de ese abedul tan paciente, llego a parecerme que era noble lo que hacias, que si, era cierto: ya no era lo mismo de antes. Somos cada vez menos inexplicables. As all things must surely have to end... great lovers one day have to part. Todo era muy sensato, casi que me convenciste. Pero entonces: una lágrima. Y otra, y otra más. Crei que iba a desangrarme en llanto, crei que me ibas a abrazar tambien, pero no, no tuviste la piedad, ni el tacto, ni las ganas de ser una persona, esa vez, esa tarde bajo el árbol de la plaza. Tampoco entiendo porqué nos juntamos en esa plaza y no en la que quedaba exactamente a una cuadra entre tu casa y la mía.
 Aparecio un vagabundo, de la nada, absolutamente de la nada, a pedirte un cigarrillo, su imagen recortada por el sol me dio ternura, estaba nervioso, asustado y transpirando, le diste uno, te dijo gracias, rengueó unos pasos y volvio diciendo: - y.. teneh.. eso para.. como se dice?. El coso para prender- le diste fuego y te dijo gracias devuelta, ya entrando en confianza, nos contó: pasa, que saben, hoy me separé.., y estoy mal.- Juro que no contrate al homeless. Juro que te sorprendiste y me dijiste: -asi voy a terminar yo, hoy.-… solo que voy a tener cigarrillos, ja- la risa boba, incompleta, otra vez. - si hasta que se te acaben y empieces a pedir- dije, seguimos hablando un rato más, ya no lloraba. Me exaspere, te grité. Dije que te amaba. Dije que eras un pelotudo. La charla se prolongo unos minutos mas, agonizando, hasta que se torno erística. Te dije que te amaba, otra vez. Te dije que eras un pelotudo, de nuevo. Y ahí quedo. No nos saludamos, dijiste:- me voy-. Yo recluté mis lágrimas a romper fila inmediatamente de mi rostro y te dije que ¡yo! me iba, poniéndome la mochila y encarando digna para la facultad. Pero no pude. Me quedé ahí, como una sombra olvidada. Quería verte partir. Quería contar cada uno de tus pasos alejándose de mi y sobre todo quería ver como no te dabas vuelta para verme por última vez.