miércoles, 19 de mayo de 2010

Tergiversada

Asíntotas punzantes y vectores que no dejan de sentenciarla con sus filosas colas de dragón. Sus uñas quebradizas y su piel sutilmente cuadriculada son el indicio de una macabra metamorfosis. Hasta su inocente mirada ya se le está cristalizando con las incógnitas que jamás le interesó resolver. Recoge las pestañas que le han extirpado junto con sus sueños y se deja guiar por sus ojos que la marean hasta que su cabeza cae insulsa sobre el banco. Un par de agujas de reloj logran enderezarle la espalda precisamente cuando descubre que no hay nada más accesorio y ficticio que el tiempo. Pero ese mundo absoluto ha terminado por encantarla. Ya no añora aquellos abismos dialécticos que solían sumirla en un ensueño confortable. Prefiere deslizarse por una parábola infinita mientras calcula casi sin darse cuenta, la velocidad con la que se pulveriza su inerme cuerpo cercenado de coordenadas. Las palabras y la música terminarán por agotársele cuando no sean más que oportunistas rótulos del silencio.