martes, 15 de mayo de 2012

Confesion



Recuerdo aquella vez cuando confesé lo inconfesable
Fue en un bar de muerte a las 3 de la tarde,
un bar que por su aspecto no debería poder abrirse de día,
Un bar grotesco donde metaleros ponen en la rockola canciones de Larralde
Y juegan al pool entre cervezas calientes y pibitas de 15
Ya  lo habíamos hablado, veníamos acá a ver si era cierto.
Y empezó: fue como defender una tesis:
Ya todo estaba ahí, escrito, dicho, seco, tapado por imágenes de gruesa historia y yo tenia
Que hacer hablar a ese muerto,
A ese muerto no tan muerto que necrofilio cada tanto.
Defenderlo, buscarle al relato algún tono medio entre la victimización y la obscena culpa, porque ambas terminan dando la misma lástima. El mismo asco compasivo de iglesia y podredumbre.

Y yo no quería eso!: yo soy una princesa multicolor desgajante de ternura, una corsaria de margaritas, una miniatura celeste, una condesa que baila cumbia con los faquires y “los enanos rumba” –son todos como Ruben Rada- tengo cuatro enanos "Ruben Rada" cantando a capella en el balcón de mi gran palacio de algodón de azúcar, todas las noches y tres surikatas que me hacen la pedicure aunque yo en realidad no tengo uñas, yo soy una princesa y las verdaderas princesas no tienen uñas, eso las diferencia de las putitas mortales que se las pintan como confites o se las comen cuando están nerviosas; supongo que eso es lo que hacen las surikatas entonces: comerse mis uñas por mi.

Y hablaste de cosas remotas de tu adolescencia y después tu infancia, que yo desconocía
O que nunca me interesaron tanto, como ahora, que había que hablar irremediablemente de otra cosa
Para tapar,
Siempre la psicología como primera ortodoncia
: tapar tapar tapar
Empapelar toda la casa de esponjas
 Que filtren toda la soledad, toda la bronca,
Agitando mis manos en la tormenta te pido perdón
Con el anzuelo en la boca, a punto de morderlo cuando de pronto sonó el despertador
Y paré
Ya había descuartizado el pollo y a los doce enanitos
Estaban ahí lustrando el piso, con su sangre de cereal
Pero paré
Dije: esto es mío. No te lo tengo que contar a vos
Para qué?
Para que esta grieta innecesaria entre nosotros?
El espejo que se raja
No se arregla
Ni se tergiversa a través de el nuestra falsa percepción de todo,
Está roto.
Como el amor,
El amor es una cosa rota
Que el deseo une y desune a su antojo
Pero es una cosa rota
No lo olviden
Ro-ta.

Pero yo tenía que regalarte mis pedazos,
Contarte cada una de las historias de su emancipación,
Hacer que sientas la horca,
el dedo frío último de la locura.

Que quizás te acerques a como era mi visión del mundo
Mirando manchas de humedad en la pared todo el día
Y emulando los pasos que no vienen todavía a buscarme
Asfixiada con el cable del teléfono sin teléfono que tenía
Y mis pijamas llenos de sangre
la sangre de todos, la sangre tuya, la sangre mía,
si, me creía no se qué heroína bataclana old fashioned del medio evo.
Pero nada de esto fue por vos, fue previo, anterior: no traición
Pero traiciona tu idea de mi,
Para Platon y para mí eso es importante: lo más importante.
Por eso te lo digo,
Para que puedas juntar uno a uno mis pedacitos
y los inspecciones con tu cepillito de explorador y les saques brillo para ver si todavía encajan
en tu arqueología;
claro que corro el riesgo
de que empieces a tratarme como si tuviera lepra,
una linda leprosa en mi silla de ruedas argumental,
pero lo corro, porque siento que vale la pena,
que eras acaso la persona más importante de mi vida
y que si no lo contaba algo entre los dos no se abría.

Este es mi infierno: te saqué anticipadas
Pero no viniste
Coqueteaste con las muñecas de la vidriera
Hiciste que te quieran
Y después te compraste... un llavero.

Sacamos a pasear a los perros,
Estaba toda oxidada la perra de tu abuela te acordás?
-no la debe alimentar bien- me dijiste
La mía tenía gusanos, un montón de gusanos debajo de la piel y adentro del culo.
Lo descubrí un día que la bañe.

Si me concentro mucho  mucho mientras te veo responder a todo esto
-nunca elegiste tan bien las palabras, fue casi adorable ese gesto-
El escenario de batalla de tu cara es perfectamente idéntico
Al vómito de un desayuno
Que se ensambla, cubista,
De a colores
Y algunas formas sólidas.
En el epicentro estoy yo, con un vestido blanco,
Mirando para todos lados,
Y tres semáforos en cada esquina
Diciendo:
VERDE
AZUL
CORRÉ
Y no puedo salirme del vómito de tu cara,
Que me centrifuga, baja por las calles,
Me sobreviene la nausea,
Y los ojos, los ojos mismos se me llenan, ellos, de vómito
Hasta que no veo nada
Y es casi como morir…

...Pero te estoy dando un beso
Y ya no pasa nada,
Ya pagaste la cuenta
Ya te pusiste la bufanda,
Te guardaste los papelitos que lloramos en el bolsillo
Para tirarlos después en tu casa
Incluso estoy parada
 mis manitos sanas,
tus ojos vitreaux detrás de los lentes que se empañan,
y tu palma de gorila bueno abierta
diciéndome que se me hace tarde, que que me vaya.
Que nos vemos mañana, si?
y apenas si puedo
conjugar un paso con otro,
apenas si puedo creer que esta bestia a la que se le oxidó, por fin, el candado
no va a despedazarlo todo,
que el olvido en venganza
no se me va a abalanzar como un zombie a la yugular
a decirme que lo que acabo de hacer es terrible, que es imperdonable, que con una sesión de psiconálisis hubiese sido suficiente.
Que no había necesidad.
Que él no quería ver las guirnaldas del desastre
Cortajeandome , así, la piel.

Asi y todo, junto mis pies, empiezo despacito,
Como primer musgo de baranda
Y me voy, no me acuerdo de un abrazo final,
Me acuerdo de una planta en la que vacilamos bastante qué hacer,
Algo nimio, sin importancia como a qué hora salía el tren o si era mejor ir en colectivo
Y que después nos reímos, no sé bien de qué tampoco,
Siempre esta bueno hacer un chiste, así
Por lo menos las muchachas llorosas
Se van con una sonrisa: es como el globo con forma a veces deforme
Que te dan los payasos cuando el cumpleaños se termina.

Y cuando estaba por llegar a la estación, viniste y me diste vuelta y me diste un beso como si fuera una reafirmación, una reafirmación de mi condición humana.
De que no soy un monstruo por lo que hice, de que soy lo suficientemente mujer o lo suficientemente humana como para que después de despedirse alguien haga 5 cuadras en la dirección contraria y me asuste y me de vuelta y me de un beso y me diga que lo hizo porque le dieron ganas.