jueves, 12 de febrero de 2009

Sociedad e Imagen

Magritte: pintor surrealista simbolico Recuerdos: ¿accidentes fotográficos del Miedo? Con el trajín que agita la vida en las metrópolis, se nos escurre entre relámpagos de inútil inmediatez, el ejercicio de la memoria. Agendas, calendarios, relojes tatuados y hasta semáforos que comprimen nuestra existencia en sucesivos casilleros caducos, que se automatizan en momentos para llegar a un futuro siempre distante. Futuro exento, que quizás repita el mismo curso de nuestro pretérito encauzado y que pronto, también, nos sofoque con las mismas intermitencias de nuestro odiado Presente. Pero el Futuro siempre logra seducirnos con la incertidumbre de su fugaz movimiento, con el principio de un nuevo fin. Para ello, el Pasado debe ser entonces olvidado y archivado en los profanos confines de la memoria. Ya que el Pasado inmoviliza, nos retrae con su finitud. Creemos imposible que pueda construirse un Futuro mientras que el Pasado siga presente. ¿Cómo acarrear con el peso de las emociones, Ideas y personas de nuestra memoria, todo el tiempo, en la toma de cada decisión, de cada paso, de cada mirada como si dibujáramos una y otra vez la trayectoria de la misma sonrisa? Podemos trepar por nuestro pasado e incluso desligarnos de las ataduras del presente, ya que son meros rótulos en los que nosotros mismos nos hemos capitulado, pero ¿Qué hacer con todo aquello que escapa a lo predecible y conocido?¿Dónde y cómo guardar la nostalgia, la alegría o tristeza inolvidable de cada recuerdo?¿Cómo resistirse al vértigo inmenso de un pasado que fue nuestro y ya nunca volverá? Petrificándolo. Inmortalizándolo en el tiempo. Tapizando la galería de nuestra memoria sensible con imágenes que se superponen unas sobre otras, transformándose y adaptando nuestra mirada hasta que un día, raspando, sin querer, alguna imagen más cercana, redescubramos aquella más ¿lejana?, creyendo haber roto el troquel del olvido, Y todo vuelva a comenzar. ¿Pero por qué somos tan epidérmicos? ¿Por qué esa insaciable necesidad de que nos ilustren los sentimientos? Nos agrada la imposición de la Idea sobre el verbo, de la forma en la búsqueda del fondo. Es más fácil, y más venerable, en las sociedades modernas, aquél que puede conmoverse con la belleza sensitiva de una imagen, que aquel otro que se conmueve con la intensidad que le sucita una palabra, una idea o el Silencio mismo. Por eso las fotos, como imagen especular de nuestra sociedad moderna, no son consideradas como recuerdos de un pasado latente, sino como comprobantes de nuestra trascendencia en el mundo; la historia; no como pronóstico en la toma de conciencia, sino como estructura de una identidad autoadjudicada. Asi, los recuerdos no serían más que grilletes de nuestra insignificancia; como estertores que agregan una partida más al juego de la vida, para que podamos seguir sumando casilleros, creando nuevos límites para poder romperlos antes de que caiga el ultimo grano del reloj de arena. Se nos olvida que el transcurso de la vida es atemporal, que sólo nuestra intervención define su continuidad. Pero la ambición de infinitud es más fuerte. Nos queda bien el papel de sicarios, es mucho más fácil ser eternos peones del destino, diseñando nuestra vida en pequeños casilleros; que lanzarnos sin más, como huérfanos equilibristas, a la búsqueda de un Cielo sin Rayuela en la que podamos ser recordados.

lunes, 9 de febrero de 2009

A la dra. tzu

Sus tobillos marmóreos suben la escalera caracol. Recluta  sus lágrimas para que rompan fila de su rostro discretamente por última vez en este día aún intoxicable. Sonrisas-cerradura y montañas la confunden con su inusual perspectiva. Como si una bandada de aves de rapiña hubieran erosionado su cuerpo dejando ingrávidos nidos en su alma: Alma centrífuga que todo lo puede. Alma que sentencia, que es sombra y también caída. Alma repartida. Y este enclaustro, febril, inapelable le esta fermentando su mente pespunteada. Si bien es consciente de esto ella no puede doblegarse ante lo absurdo. No es de esas personas que se dejan arrasar por lo indómito. Se abrocha los botones del camisón -el mismo gesto urgente del guardapolvo- con un mecanicismo que hasta ella misma asume desgastado. Su hija ya no esperara las noches de guardia para oler sus pijamas y así sentirla más cerca. Su esencia si bien la protege mas que nada en el mundo ha dejado de ser su compañía preferida. Ahora duerme envuelta en una remera grande y apolillada de pink floyd (de aquel disco que nunca escucho porque en realidad nunca escucho música. Eso no era una actividad para ella) impregnada y feliz con el perfume de aquel chico por el que tanto pelea. Ay! Como le cuesta decir “novio”, con que pudor incorregible se desabrocha de sus dientes esa palabra, que según ella parecia opacar toda inocencia. El celofán no esta roto pero esta sucio. Empañado de incertidumbres, mordisqueado. Puede tragarse los detalles pero esa mirada de demanda es algo que no puede ignorar. Ni omitir, verbo con el que solía reemplazarse al cuervo mentir. Es que ha perdido la cruz que le daba sentido a su redención. Un sistema que yo no se si amaba pero que conocía lo suficientemente bien como para que no la perturbara. Porque era ese círculo no tan difuso y ese andén lo la hacían sentir ubicua en espacio y tiempo. Ahora anda a ciegas, palpando lenguas de todas las herrumbres. Desorientada ante un horizonte que de pronto se retuerce y la hace triturar las manecillas de un reloj experimental entre sus dientes. Experimental? Como?¿No fue experimentado antes? Eso no era confiable para ella. Su tiempo ha sido por fin…exprimido. Y asi deberá tomárselo. Camina. Firme. si se aleja o se acerca, nadie sabe. Y asi andará hasta que encuentre un puente, otro salvoconducto más a ese paraíso desconocido. Ansiosa de volver a esperar.

sábado, 7 de febrero de 2009

Ecos

No pretendo serte un eco. Interminable, hostil, absorbentemente obscuro. Quiero si retornar. Roerte la espina dorsal desde una esquina incógnita y que nunca descubras realmente de donde he salido. Pues mi amor no deja huellas, ni estrafalarias cicatrices. Mi amor es una sombra marcada a fuego. Camaleónica sombra que se arrastra y menea por tu cuello. Junto a otras se retuerce esculpiendo tu figura hasta juntos sucumbir en un quebranto circense. Sonámbulo es el deseo que no devora.

domingo, 1 de febrero de 2009

Intitulable...muy led zeppelin no?

tiza pastel Alas fragmentadas yacen a la entrada del templo.
Como si fuera pecado entrar con sueños en las burbujas carnívoras,tan solo con el inocente próposito de rescatar las estrellas que hemos extraviado en el desvío