lunes, 28 de diciembre de 2009

RECUERDOS

Nuestras manos en el teatro,
las pinceladas de la palma del pie de Van Gogh,
uno
dos
y tres
charcos porteños que me ayudaste saltar,
tu voz oblicua en mi oreja
despistando abismos.

Digamos que no hay fin, porque es verdad que no lo hay, Es abrasador el desamparo de no saberme, de no saber a nada.