sábado, 6 de noviembre de 2010

Llego a casa y me encuentro con una sopa fría y la nada de una pagina blanca, esperándome. Me pregunto : ¿que hay? ¿Qué decir de los diapasones de la caída? Ahí están, zumbando, solo en mi cabeza. ¿Que tienen que ver con esta página? ¿A quien le importa?
El temblor se aquieta pero las imágenes siguen, pequeñas instantáneas como cuchillos de partes de tu cuerpo, pelos, uñas, una sonrisa de vez en cuando, y otro pelo -que ya no es el mio-, revoloteando; pero el dolor no se mueve, esta ahí en medio de la niebla como un faro. que dice adonde hay que ir, y yo le creo, por ahora. El camino del dolor es insospechadamente cierto, no hay mentiras en el dolor, ¿no es la sensación lo único verdadero?  
Es la ultima cosa que me pueden arrancar: mi capacidad de sentir. De sentir amor, sobre todo, aunque ahora la vea congelarse con indistinguibles astillas que queman y se multiplican en silencio.
           y/o  
Córtenme la lengua
Arránquenme el pelo
Amputen mis miembros
Pero déjenme mi amor
Hubiera preferido perder las piernas
Extirparme los dientes
Vaciarme los ojos
Antes que perder mi amor.

 ¿Era esta muerte una de las formas del amor? ¿Lo es todavía?  Sentiamos tan hondo últimamente que quizás me confundi y olvide que hubo un final. Pero las confusiones son cosas de la mente y de la geometrica propagación de su errancia, no de los sentidos. Sentir mal o sentir bien, eso no existe.
 Sentí - volé, 
 Pensé - morí.
 y el final volvio, porque no le hicimos caso.